Estamos atravesando un momento de agotamiento emocional debido a las incertidumbres, los miedos, los encierros, la falta cotidiana de contacto humano, las polarizaciones políticas, ideológicas, afectivas.
Nuestros recursos más inmediatos para sobrevivir a esta situación traumática que se mantiene en el tiempo, (y que no sabemos cuándo terminara) son: o recurrir a la exaltación de las emociones, lo que nos hacen sentir vivos, en control, en enojo o desesperación suficientemente fuerte como para que “alguien” (el virus, nuestras personas más cercanas, el gobierno, Dios, o algo con poderes milagrosos para “salvarnos”) nos escuche, o desistir de todo, y anestesiarnos lo suficiente como para no sentir nada, y jugar a la bella durmiente que despertará con el beso del príncipe encantado cuando ya todo peligro haya pasado.
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero lo que más nos ayudará a sobrellevar este momento es estar atentos a nuestras necesidades más inmediatas para calmar los miedos que sean posibles de calmar, porque podemos localizar los peligros y tomar medidas para cuidarnos de ellos, y para abrazarnos y/o pedir que alguien confiable nos abrace frente a los miedos que nos causan los peligros que no podemos controlar, dándonos el alivio de sentirnos queridos, acompañados, entendidos, en este profundo desasosiego existencial.