Frente a la enorme cantidad de estímulos con que nos bombardean desde afuera, desde que comenzó la pandemia del coronavirus, alertándonos sobre los peligros, las consecuencias, las novedades, las incertidumbres, las reacciones varían según la persona, el momento y las circunstancias emocionales.
La etimología de las palabras nos enseña que la partícula “ción” se refiere a ejecutar una acción.
La partícula “ob” se refiere a un tiempo: el antes.
La partícula “di” indica división.
La partícula “at” (del latín “ad”) indica dirección: hacia.
Podemos jugar con las palabras tratando de entender qué acción es la que se ejecuta.
Cuando estamos obsesionados por cuidarnos de la infección, cuando sólo podemos pensar en los peligros, las amenazas, las consecuencias negativas de las que nos informan las noticias, y estar a merced de las emociones que estos pensamientos nos producen, estamos ejecutando una acción que viene de ANTES—de las creencias que elaboramos a partir de lo que creemos que sabemos.
Cuando nos distraemos, y decidimos ignorar las noticias externas, realistas o alarmistas y no queremos que se apoderen tanto de nosotros, decidimos ser libres y separarnos (DIVIDIRNOS) de esa realidad.
Cuando podemos confiar en que hay un futuro podemos actuar dirigiéndonos HACIA una forma de existir que respete la integridad de nuestro ser, y enfocar nuestra atención hacia la totalidad de la situación, a partir de centrarnos en nuestras emociones, nombrarlas, abrazarlas, entenderlas.
Y calmarnos sin anestesiarnos.