El ser humano ES en sociedad. Y en este momento, más que nunca, la consciencia de la profunda, inevitable, inexorable conexión entre todos nosotros, más allá de las fronteras espaciales y personales, exige redefinirnos:
Soy yo, un individuo único e irremplazable, un integrante de la red humana, también única e irremplazable.
Nunca antes, en la historia de la humanidad, se presentó una coyuntura en la cual queda tan expuesta la dicotomía entre ser para mí y/o ser para el otro.
Es ahora, es este tiempo inédito, cuando nos toca entender los conflictos originados en problemas personales o en decisiones “mal tomadas” desde la disyuntiva “para mí o para el otro”.
Cada uno de nosotros tiene que realizar cuidados personales que nadie (salvo que se trate de un bebe, un niño pequeño, una persona discapacitada) puede hacer por nosotros. Desde lavarse las manos a no meterse los dedos en la boca, la nariz o los ojos, se nos aparece la pregunta: “si yo no soy para mí, quién será”. Al mismo tiempo, también sobreviene una segunda pregunta: “si soy solo para mi, que soy”. Porque en este momento quedarse en casa, no ver gente, no abrazar y mimar a nietos, ni abrazar o consolar con caricias a un padre o una madre enfermos, como nos recomiendan algunos expertos, parece un contrasentido.
Y la respuesta de la primera pregunta sólo tiene sentido cuando contestamos la segunda solo si cuidamos (bien) de nosotros mismos estamos cuidando de los otros.
Hace algunos días, una médica apareció en los medios pidiendo por favor que la gente no robe material importante de los hospitales. Parece obvio, pero no lo es tanto. Si los hospitales quedan sin recursos para cuidar de pacientes graves, o si los médicos se contagian porque faltaron mascaras o alcohol robadas para “cuidar de mi” mejor, no me estoy cuidando bien, porque no tendré servicios médicos adecuados si llego a necesitarlos. Al mismo tiempo, existen maravillosos ejemplos de generosidad y solidaridad humana, a través de mini gestos individuales y colectivos.
Entonces, quizás la gravedad de la pandemia nos enseñe que la mejor y la única manera de cuidarse a sí mismo (bien) es cuidar (también bien) a los otros.