¿Vieron cuantas veces personas muy potentes, muy creativas, muy exitosas, suelen pasar por caídas estrepitosas, quiebras inimaginables, errores desastrosos?
Creo que el problema viene de actuar la potencia desde un lugar individualista, creyendo que uno nació sabiendo, que sus creaciones son individuales, producto de la propia creatividad o inteligencia.
No tener parámetros de contención, reglas de disciplina a respetar, contextos sociales, culturales, históricos donde cada creación individual es engendrada nos lleva a pensar que somos (como dicen en México) “la mamá de Tarzán”. Esto es, que todo lo podemos, que todo lo podremos. Ergo, nos caemos de la línea de la potencia a la zona de la omnipotencia donde se cumple el famoso Principio de Peter, que dice que cuando las personas vamos creciendo gracias a nuestras capacidades, pero sin tener en cuenta que en otras tareas se precisan otras cualidades, o sin tener en cuenta los contextos donde se suceden los escenarios del cambio, llegamos a nuestro máximo nivel de incompetencia. O sea, una potencia mal usada tiene un rápido periplo que va desde la soberbia omnipotencia a la humillada impotencia.