Jerónimo, un cineasta y un emprendedor tecnológico, escribió esto:
“Todo lo que has aprendido en la escuela como “obvio” se vuelve cada vez menos obvio a medida que comienzas a estudiar el universo. Por ejemplo, no hay sólidos en el universo. Ni siquiera hay una sugerencia de un sólido. No hay continuos absolutos. No hay superficies. No hay líneas rectas» -R. Buckminster Fuller
Esta cita me hizo pensar sobre el arte de poder pendular. El péndulo, movimientos oscilantes; que trae un punto medio.
Movimiento, cambio, ajuste, nos lleva a encontrar. Hogar.
Descubrí una lección a través del yoga. Estoy recientemente graduado como instructor de yoga, y tengo un arco increíblemente flexible. Puedo hacer volteretas hacia atrás, natarajasanas, pero entre las muchas cosas que el yoga me ha enseñado, una de las más importantes es conocer mis limitaciones. Entonces, aunque tengo el arco muy flexible, carezco de toda flexibilidad en las piernas. Generalmente, los principiantes son más flexibles que yo en su primera clase. Me patean el trasero. Esto me avergüenza ya que yo soy el instructor.
Entonces, las ideas empiezan a llegar con inmediatez explosiva, como un estallido. Mis pensamientos humanos se comportan como un péndulo monstruoso; me balanceo de un extremo al otro. Si tuviéramos una escala del 0 al 100 se vería así. Si me quedo con el concepto depresivo de que parezco un idiota frente a los alumnos nuevos estoy en la escala 0-30, deprimido, incapaz, no calificado. Pero, por otro lado, también hay otra historia. Si me quedo con el concepto de que puedo hacer asanas que muchos de los instructores con los que me gradué no pueden, caigo en la categoría del 70-100. Y, confieso que he sentido orgullo, arrogancia y vanidad.
Esta es la manera en que llegué a los 50. El punto medio. Rango de 0 a 100. Oscilar en los extremos. Ese es mi territorio. Generalmente me muevo entre 1 y 3 a 70 y 100, así llego al punto medio.
Al final, ¿quién soy? ¿El instructor humillado o el súper orgulloso? Soy una combinación de los dos. Entonces, para estar correctamente erguido, para pararme justo arriba de mi eje, es no darle demasiada importancia a mi orgullo con el pecho inflado, ni hundir demasiado el pecho por la vergüenza. Es encontrar el equilibrio entre los ceros y los 100. Así es como he encontrado mi punto medio. La teoría del péndulo para encontrar nuestro equilibrio, nuestro eje. Aprendiendo a movernos para encontrarnos.